Real de Azúa - Garrastazú

Antonio de Baraona, rey de armas de Felipe II, al registrar hechos y azañas de los antepasados de la casa  Real de Azúa del  Señorío de Bizkaia,  establecia :  “hombres hijosdalgo de casa y solar conocido”registró tambien su escudo:  “en campo de oro, una cruz de gules floreteada”, y  añadió:  “como la de Calatrava”.

Es recién a partir del solar del apellido  Real de Azua en  Erandio, Bizkaia, que la historia de la familia se vuelve estrictamente documentada:  Juan Real de Azua y su mujer,  Ursula de Inarraza, vecinos de Erandio en la segunda mitad del siglo XVII, procrearon a  Pedro Real de Azua, marido de María Sáenz de Berreteaga, del solar de su apellido en Lujúa.   Un hijo de estos ultimos,  Antonio, se casó con una dama del linaje de Beitia, fue a su vez el padre de  Juan Bautista Real de Azua Beitia Sáenz de Berreteaga y Aguire, nacido en la casa solariega familiar de Erandio  y  luego litigante ante la  Junta de Gernika en uno de aquellos engorrosos pleitos nobiliarios del siglo XVIII.  La razón del pleito:  el haber trasladado don Juan Bautista su residencia a San Pedro de Deusto, tambien en el Señorío.  En 1754  obtiene la ansiada provisión de bizcainía que le permitirá gozar en su nuevo domicilio de la calidad de “bizkaino viejo”, un título no tan vano como podría parecer a primera vista:  gracias a él podrá alcanzar empleos concejiles, inmunidades tributarias  y  otros apetecibles privilegios.

Por la misma época contrae matrimonio con  Ventura de Garrastazun  y   el 19 de noviembre de 1757 nace en Deusto su hijo  Gabriel, futuro genearca de la rama rioplatense.

Gabriel Real de Azua tiene la profesión de armador, una ocupación que amén de lucrativa le permite desarrollar la imaginación: pronto avizora las posibilidades que se abren más allá de los mares  y  un luminoso mediodía de la primavera de 1795, con su fragata “La Liebre” cargada de mercaderías, toca por primera vez el puerto de Buenos Aires.  Casi de inmediato vuelve a España, el barco rebosante de frutos del país, pero deja en la capital del virreinato rioplatense un secreto pretexto para regresar:  María de la Encarnación de Cires, una señorita porteña de sugestivos atributos, es la responsable de que Gabriel retorne  y  se quede para siempre en estas latitudes.  No tarde en concertarse el matrimonio y se casan el dia de Navidad de 1797.  María de la Encarnación pertenece a un hogar de prestigio y está emparentada con los  San Martín, los del futuro Libertador.

En poco tiempo  Real de Azua se vuelve personaje prominente en Buenos Aires:  la vara de regidor es suya en 1804  y  1807, al mismo tiempo que hace notorios progresos en el comercio marítimo.   La invasión inglesa le obliga a comprometer su peculio:  sufraga de su bolsillo distintos gastos ocasionados por las milicias movilizadas contra el agresor, pero su fortuna no se ve menguada: es rico aún treinta años más tarde, cuando dispone su testamento, tres días antes de cumplir 80 años en 1837.  Por entonces ya es viudo de María de la Encarnación, fallecida en 1835 y deja cuatro hijos adultos:  Gabriel Alejandro,  Ezequiel María,  María Felisa  y  María Isidora, entre quienes se repartirá la fortuna después de su muerte, acaecida en Buenos Aires en 1840.

El mayor de los varones, Gabriel Alejandro, nacido en 1803, es poeta.  El segundo varón Exequiel María, nacido en 1804, contrae enlace con una hermana del Gral. Lavalle;  será el ancestro de una larga rama de la familia.   María Felisa queda soltera  y  María  Isidora, esposa de Juan Antonio de Garay, está signada por un fín trágico:  muere asesinada el 8 de agosto de 1871.

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Correo electrónico Recopilación realizada por E. Jorge Arin Ayphassorho (02-May-1923 - † 18-Abr-2010). arriba XHTML 1.0 Transitional  CSS Válido
Ultima actualización: 01 de junio de 2010