Zubillaga - Zubeldía

Era de Amezqueta, territorio histórico de Bizkaia, el fundador de la rama mayor de los Zubillaga en Montevideo.  Se llamaba  José Antonio, y allí habia nacido en 1754.  Fueron sus padres Antonio de Zubillaga  y  María Josefa de Zubeldia  y  sus abuelos Miguel de Zubillaga  y  María Ignacia de Goicoechea.

Como tantas fortunas patricias, la de José Antonio de Zubillaga, tuvo sus inicios en el comercio. Más adelante, el activo vasco adquirirá campos, ocupará un sitial en el Cabildo capitalino, y  en 1802 será designado Juez Diputado del Comercio de Montevideo.

Formó su hogar en 1790 con  María del Pilar Fernández, hija de Dionisio Fernández, comerciante gallego residente en  Montevideo, y de Nicolasa Ximénez. Apreciables vínculos sociales le aporta a Zubillaga su alianza matrimonial, porque los Fernández  son una rica y conceptuada familia de este puerto.

Petrona, una de las hermanas de María del Pilar, es la esposa de  Juan de Ellauri, el fundador de la familia de este apellido;  otra,  María de la Natividad, se casará con  Simón de Zalduondo, tambien comerciante acaudalado, ascendiente de otra familia.

De sus hermanos varones, Ramón y Román pelean en la guerra de la Independencia junto a los patriotas  y  Manuel Antonio es el piadoso cura patricio que sirve de capellán al ejército artiguista en el levantamiento de 1811.  Tales vínculos explican que el nombre de Zubillaga, a pesar de su origen peninsular, no sea del agrado de los “godos” y  se encuentra entre los patriotas expulsados de la plaza de Montevideo en 1811.

El 14 de febrero de 1835, a los ochenta años de edad, abandona finalmente José Antonio de Zubillaga este mundo, donde su fortura había conocido tantos vaivenes, pero deja plantado en el entonces naciente Estado Oriental un fuerte árbol genealógico que el devenir de los años verá florecer en la multiplicación de sus retoños, algunos de ellos hombres de pro en la vida política y económica de la sociedad uruguaya del siglo XIX..

Siete hijos, tres mujeres y cuatro varones, dejó el matrimonio Zubillaga-Fernandez.   De las mujeres, Teresa  y  Carolina permanecen solteras, en tanto que Paulina contrajo enlace en 1809 con otro prohombre vasco:  Prudencio de Murguiondo, por ese entonces Comandante de Infantería  y  más tarde personaje vinculado al levantamiento revolucionario.

Los hijos varones se llamaron  José Antonio Félix,  Ramón,  León  y  Simón.   José Antonio Félix, importante barraquero, es recordado por la historia como diputado por Maldonado a la Primera Asamblea Constituyente  y  Legislativa, en la que integró la Comisión redactora del proyecto de Constitución, finalmente aprobado por aquel conclave.  Se casó en la  Iglesia Matriz en 1852 siendo su esposa Virginia Ribes, francesa.  Tuvo el matrimonio tres hijos:  Pablo, fallecido en la infancia;  Juana Clara, se casó en 1883 con Guillermo Harley, inglés  y  Berta que se casó en 1988 con Rafael Ruano.

El hijo del matrimonio Zubillaga-Fernandez, de nombre León es otro personaje destacado, tambien rico barraquero, figura como diputado por Maldonado en 1851 y senador por Soriano en 1854.   Se casó en en primeras nupcias en Las Piedras, Canelones, el 2 de enero de 1826 con Carmen Alvarez y tuvieron dos hijos: Aurelio y Carlos que se casaron  y tuvieron descendencia.   En segundas nupcias, ya viudo, se casó en  San José en 1834 con  María Mayobre procreo a un segundo León,  Isaac,  Eusebio Rodolfo,  Justina,  María del Pilar, Isidora Ventura,  Dorina  y  Teresa.

El hijo menor del matrimonio Zubillaga-Fernandez,  Simón, nacido en la estancia Barriga Negra en 1815, se casó a los 58 años de edad en 1873 con  Cipriana Anaya, viuda, naciendo tres hijos:  un segundo Simón,  Alejandro,  Horacio  y  Juan José.

Un misterioso nombre de mujer, se introdujo dos veces en el árbol genealógico de la familia Zubillaga.  ¿Quien fué Juana Petrona Telechea?  Algo se sabe de ella: en la estancia de Barriga Negra, allá por los pagos de Minas, donde José Antonio de Zubillaga tuvo su feudo rural, estuvo afiancada esta mujer en los convulsionados días en que los orientales pelearon por la independencia.  Y algo más:  que en 1816 dió un hijo a  Ramón Zubillaga Fernández de nombre Blas Tadeo Zubillaga (1816-1898), que se casó y dejó descendencia.  Los que tuvo con León Zubillaga Fernández  fueron:  Carolina,  Francisco  y  Antonio, que tambien se casaron y tuvieron descendencia.

Estampa borrosa, que el tiempo  y las escuetas referencias documentales no permiten rescatar con nitidez, aquella benemérita Juana o Juana Petrona que tambien hizo florecer con los retoños salidos de su vientre, el árbol del linaje que vino de un caserío de la remota Gipuzkoa que desde los tiempos tempranos de su historia supo de hombres y celosos de sus fueros.

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Por la misma época,  antepenúltima década del siglo XVIII, otro Zubillaga de nombre Juan José, viene a la Banda Oriental.  Era éste natural de Ataun, tambien en Gipuzkoa, donde nació en 1755, hijo de Juan Francisco de  Zubillaga  y  María Antonia de Echeverría y nieto de Domingo de Zubillaga  y  Catalina de Zubizarreta.   Por documentos no surge la conexión genealógica entre los dos gipuzkoanos del mismo apellido atraídos a estas playas por el misterioso imán de la aventura transoceánica, pero no hay duda que eran parientes en grado más o menos cercanos  y  que de la documentación que aquí ha quedado prueba que se trataban como tales, y que desde el temprano fallecimiento de Juan José en 1796 es José Antonio de Zubillaga quien se encarga de la administración de sus bienes y de la tutela de sus hijos, es que José Antonio alcanza una posición espectable en la sociedad colonial, no así  Juan José, poblador de la villa de San Juan Bautista (Santa Lucía), cuya biografía es, en todo caso, más modesta.

Juan José se casó en Canelones en 1782 con  María Josefa Torre Moris, asturiana, hija de colonos traidos para la fracasada empresa de población de la Patagonia, Argentina.   Ocho hijos tuvo el matrimonio:  Ceferina,  María Teresa,  Josefa Juliana,  Gabriela,  Francisca,  Jacoba,  Pedro José Benito  y  José Ignacio.

*Ceferina, se casó en 1803 con  Francisco Sarobe  y  Arrillaga, natural de la villa de Tolosa, Gipuzkoa, viudo de Ana Catalina de Zubeldia, con sucesión.

*María Teresa, se casó en 1801 con  José Noli, de Novara, Milán, Italia, con sucesión.

*Josefa Juliana,  lo hizo en primeras nupdias en 1803 con  Remigio Ruiz de la villa de Capillas, Leon, España, sargento segundo del Batallón de Infantería de Buenos Aires,  y  en segundas nupcias en 1807 con  Francisco Higinio Farías, montevideano, naciendo María Farias y Zubillaga, esposa del general  José Brito del Pino.

*Gabriela, tambien se casó dos veces: en primeras nupcias en 1803 con  Jacinto del Puerto, oriundo de Galicia, y  en segundas nupcias  en 1818 con  Francisco Burgos, natural de Montevideo, con sucesión.

*Francisca, soltera.

*Jacoba, se casó en 1817 con  Agustín Cerizola, originario de la ciudad de Savona, Génova, Italia.

*Pedro José Benito, soltero.

*José Ignacio, se casó en 1822 con  Juana Josefa Perez, natural de Canelones, con sucesión.

 

 

Gente altiva la de la montañosa comarca gipuzkoana, hombres celosos de sus libertades  y  sus fueros, hombres intransigentes con sus enenigos.  Hace ya más de un milenio largo, el pueblo rudo y  primitivo que ocupaba aquellos escarpados contornos se convertía al cristianismo, pero ignoraba todavía las complejidades de una organización política, porque le bastaba estar dividido en agrupamientos nucleados en torno a un caudillo militar que ejercía su comando desde una fortaleza de madera.   Después se vieron envueltos en las sangrientas guerras de banderías y fueron perdiendo poco a poco sus libertades, mientras la expansiva Castilla hacía sonar la hora de la anexión.  Pero para ese entonces ya estaban los

 

vascos afincados en su tierra, posesionados de ella, ya habían dado nombre al bosque y a la montaña, al caserío, al molino y a la corriente de agua, con los fonemas de un lenguaje misterioso, arcaico, tan agreste como el entorno montañoso.  Habían llamado Gipuzkoa a la tierra por donde bajan las aguas Goicoechea a la casa de la altura, Echeverría a la casa nueva, Arribillaga al lugar de piedras redondas.  Un caserío ubicado a la vera de un bosque, en lo que es hoy la jurisdicción de Vergara, tomo el nombre de Zubillaga.

    En siglos más recientes, artistas minuciosos, afanados en aplicar con esmero los arcanos del arte del blasón a pergaminos lujosos y codiciados, pintaron la casa de Zubillaga un escudo con un puente sobres ondas de agua, como un símbolo de unión y de alianza, como brioso punto de arranque del largo camino que llevó a los vástagos de la añosa casa a dispersar el apellido por el solar  euskaro navarro y a cruzar el mar en frágiles embarcaciones de  vela  para  hincar  en  las  tierras  de  la apetecida América las semillas de nuevos y fructíferos árboles genealógicos.

 

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El Libro de los linajes No.2 – Ricardo Goldaracena.

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Correo electrónico Recopilación realizada por E. Jorge Arin Ayphassorho (02-May-1923 - † 18-Abr-2010). arriba XHTML 1.0 Transitional  CSS Válido
Ultima actualización: 19 de agosto de 2018